lunes, 15 de abril de 2013

Melancolías de moda. Los más tontos de su edad. Saturday "kids"

Desde hace un tiempo, idiotas de treinta a cuarenta años, han puesto la extraña y demodé sensación de mitificar chorradas de su infancia y juventud que coinciden con los años ochenta.
Se sienten arrastrados por ese infame revival de los ochenta y noventa creado en alguna esquina neoyorkina, taller de costura de Amsterdam o reservado VIP de discoteca berlinesa.

Siento hacia ellos un asco profundo, un desprecio infinito y una repulsión incontrolable.
Me encantaría hundir mi puño en su cara, sin distinción de género para después chupar mis nudillos mientras lloran en el suelo. Su estupidez, infantilismo y esnobismo prefabricado han dado rienda suelta a infinidad de blogs que nos hacen recordar de una manera latente, lo idiotas que eramos en nuestra juventud, que perdura en nuestra madurez pesada y sin rumbo refugiándonos en dibujos animados de la época, canciones, maneras de vestir, repostería que comíamos a la hora del desayuno y el olor a nuevo de nuestros libros textos.

Esa generación del cigarrito, "peloti" y pelotazo, siente que eran más modestos, conformados, apañados, pillos, astutos e imaginativos. Un torrente de cachivaches sentimentaloides que tarugos, payasas y vagos, utilizan para esconder sus frustraciones, minusvalías mentales y tendencias sexuales que a ellos, y sólo a ellos, les cuesta cargar en pleno siglo XXI.

El "Un, dos, tres...", los playmobil, Chanquete, una Pantera Rosa y demás papanatadas de la época han cautivado a una generación pamplinera, sin base ni poso y que vive del pasado protestando cada domingo en el presente. Siguen en sus ochenta, noventa, sus Curros, sus Cobis, su Cometa Blanca y sus Autos locos.
Han contagiado con sus "peterpanismos" a un país con sus "Sí, se puede", con sus pancartas muy maqueadas por ese curso hecho en Londres de "cortapega" de pastel y sus slogans caducos con métrica de facultad de publicidad para drogadictos baratillos y prostitutas frustradas.

El tomar el pasado para hacer mejor el presente es un síntoma de inmadurez, cobardía y pocas ganas de mirarse a un espejo en cual, deben de mirarse ancianos, niños y cincuentones sin curro. El circo que han montado estos hijos de la gran puta es una burla obscena hacia los suyos, la sociedad y la tendencia naif de sus intenciones de telefilm de domingo por la tarde. Nadie se ha sentado a decirles la verdad, no su verdad lejana y desocupada de Pipi Lastrum.

Los cambios, la reponsabilidad y el compromiso de futuro están en manos de tíos con los cojones negrillos y mujeres con patas de gallo y estrías que viven en un "Planeta Imaginario" no apto para cardiacos como yo.
Nunca una nación corrió tanto peligro como la nuestra al depositar la confianza y el cambio en manos de tontos con la camiseta de Alfredo Landa o esperpénticas señoras que ven la vida con las gafas de una azafata del "Un, dos tres..."

La protesta y la causa, está perdida y en lugar de aprender a cargar un arma, bombas caseras y el arte de la revuelta popular, cantan canciones de Alaska y vuelven a pisar los santuarios de las viejas causas con sus pantalones pitillos y sus auriculares made in "Dama de Elche"...

Malditos hijos de puta, desearía tener 80 años para poder escupiros a la cara...